Cantigas… mujeres… glorias… felicidad… mentiras todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué?, ¿para qué?, para encontrar un rayo de luna
El rayo de luna – Gustavo Adolfo Becquer
Me gusta salir a ver las estrellas. Hacer fotos de la Vía Láctea se ha convertido en un pasatiempo frecuente cuando visito Monleras (Salamanca). Estar en una de las zonas de menos contaminación lumínica de la Península es un incentivo para sacudirse la pereza y alargar las noches por los arrabales del pueblo, tratando de cazar una estrella fugaz.
Pero ¡ay! la luna se empeña en lucir plena y tomar el protagonismo del cielo unas semanas al mes. Los cráteres son visibles con una lente adecuada (y el trípode, no os olvidéis nunca del trípode) pero esta noche había nubes que me hicieron buscar otra cosa.
Vi el rayo de luna que Manrique perseguía por las calles de Soria, escondida entre jirones blancos y grises. Correr tras ellos ¿para qué? Para encontrar este rayo de luna.
